Ahora
importa el clítoris porque es rentable –decía Ignatius el otro día, por el fenómeno
del Satifayer- y eso pasa con ciertos enfoques, parece que sólo importa desde la perspectiva del dinero. Hoy os traigo un
artículo que se preocupa, de aquella manera, por los pueblos.Se preocupa
porque cae el volumen de negocio de la caza. Cualifica la caza por sus números, o sea da mide calidad por cantidad.
Personalmente apenas sé nada de caza (sabía algo de cazos y sacaron el microondas, así que ni eso), pero sí sé algo de cazadores.
Los
cazadores que yo conozco poco tienen que ver con el retrato robot que aparece
en televisión o periódicos. Imagino que porque Villarta también es una isla
para lo social. Mis cazadores aman el
campo, heredaron su amor al campo de padres o abuelos, y saben desollar y comer
lo que matan. Aman patear los montes, son capaces de andar kilómetros y kilómetros,
y la caza fue un aliado para vencer al hambre.
Nada que ver con la visión elitista
de quien va a mesa puesta. Quien hace de matar bichos preparados un simulacro de valor que han
visto en las pelis de guerra. El poder que (creen) da un arma y aparentar que manda;
por creerse señoritos son capaces de pagar. Matar para no saber qué hacer con la carne, la apariencia en lugar de la
esencia.
Pero ese es
nuestro mundo. Subcontratar la esencia y la naturaleza, por eso mueren nuestros
pueblos. No vamos a las fiestas del pueblo, pero si a la playa de moda por no
ser menos (aquí iba un adjetivo) que nadie.
En fin, que
me voy del tema. El artículo plantea el
monte como fábrica de consumo. Y los subproductos serían las perdices de
criadero, los seguros, las escopetas, etc.
Esa visión de que la riqueza se mide
por consumos. Donde un
incendio es mejor que plantar un huerto, porque el incendiario consume
gasolina. Esa visión de riqueza…. Está matando y no sólo a los pueblos.
Pasen y
lean.
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