jueves, 14 de abril de 2011

MEMORIAS DE VILLARTA




3.-SIERRA DEL CASTILLO Diáspora de gente en los crudos días de invierno. Riadas de personas ascendiendo la cuesta, ateridas de frío que helaba cara, manos y orejas. Animales de carga- burros,mulos- aparejados para la “feria” de cada mañana. Suben los primeros los de Las Morachas. Son los más madrugadores, pues más lejos está su tajo. Pasan después los del Pájaro; unos se quedan más cerca, otros ...más “a lo largo”. Ya más tardíos los de la cima de la sierra, emprenden el camino. Luego se incorporan, con el sol ya dando en el pueblo, los que se quedan más abajo. Heladas “grandes”,que Mariano Medina-hombre del tiempo- con su mapa de colgar y vara de madera pulida- de no sé que árbol- predijo que haría en el telediario de la noche anterior. El hielo levanta la tierra del camino creando formas artísticas al más puro estilo de cubismo picassiano. Conversaciones de hablantes-cabalgadores sobre los más variopintos temas de actualidad del pueblo, a las que brezos, jaras, madroños y pinos, asisten como oyentes mudos al ver cómo lentamente pasan delante de ellos. Allá van, pertrechados de cestas de mimbres y de largas varas, como si se tratara de quijotes que fueran a luchar contra gigantes encantados. Olivos silenciosos y engalanados con aceitunas plateadas y rubíes , a los que el hielo ha adornado con diamantes de escarcha, esperan a los aceituneros cual si fueran lámparas de cristal de Bohemia. Sobre el suelo se tienden alfombras verdes y viven su día de fiesta anual, disfrutando de las manos tiernas de mujeres y niños que “ordeñan” su manjar verdoso y rojizo. Luminarias de chamuscas y romero, en estos días fríos de escarcha, humean en cada olivar. Las manos ateridas van y vienen a la fogata para poder continuar rebuscando las desperdigadas aceitunas que se pierden entre los laberintos de cantos blancos. Al mediodía, el descanso para “merendar”. Merenderas repletas de proteínas y grasas: chorizo, torreznos, morcilla, bacalao frito... y la naranja de postre para desengrasar la boca. Y en la “faltiquera” para después... el chicle de las cortezas de los torreznillos que entretienen, mientras continúa la faena. Las cestas bajan llenas, rebosantes de oro vegetal, a llenar los costales y sacos, que poco a poco van adquiriendo la forma erecta. Casqueras de cuarcitas rotas en los olivares, por las que los más jóvenes se deslizan en la tarde, por el tortuoso camino, para llegar antes al calor de la chimeneas que ya desde la cima de la Sierra se ven humear y reponer fuerzas para el día siguiente volver a empezar. Sierra del Castillo, con sus almenas naturales de crestones de cuarcita, levantadas en la Era Terciaria de nuestra Historia Natural. Le sirvieron al moro de defensa y para con sus manos, labrar un castillo rodeado de murallas de amplia base, desde donde otear todo el horizonte y prevenir los ataques enemigos. Fortín con plaza natural de roquedos, donde en las calurosas noches del estío bajo la luna llena, danzantes bailarinas a la luz de las antorchas, interpretan danzas orientales, mientras los acordes de las guitarras rompen el silencio y claman a los cuatro vientos. Construcción alto-medieval que quizás fue construída por almohades o almorávides venidos del norte africano. Mi imaginación sobre este lugar siempre fue grande. Soñaba oir la llamada a la oración musulmana desde el minarete contruído en el centro de lo más alto de la montaña. Rodeado por pequeñas construcciones toscas, con sus tejas rojizas, que desde lejos podían contemplarse. Árabes labriegos que bajaban al valle a sembrar las huertas que llenaron de granados, traidos de sus tierras de oriente. Huertas del Lagar, del Endrinar y La Hocecilla- topónimo que nosotros llamamos “Cecilla”, porque un día perdió la “Ho” en el Guadiana donde va a desembocar, en un día de amor y encantamiento, en que el río no la quiso desposar- llenas de hortalizas, donde el moro y la mora riegan, la tierra que tanto sacrificio les ha costado labrar. Huertas de la Pastora Vieja donde bajan las jóvenes doncellas moras, a acarrear con los burros pertrechados de “aguaderas”, el agua cristalina y ferrosa de las albercas. Desde allí contemplan los llanos del Guadiana y esperan ver cruzar a sus jóvenes enamorados el Vado de la Higuera de Estimillas, que allende han marchado , a realizar alguna razzia contra los cristianos u otros moros enemigos -que también luchaban entre si.


E.S.S.S.


anonimo dijo.....Podeis encontrar más fotos del castillo de Villarta en la siguiente dirección web:

http://rutasporextremadura.net/2011/03/01/20090419-ruta-al-risco-del-castillo-de-villarta-de-los-montes-siberia-de-extremadura/

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Podeis encontrar más fotos del castillo de Villarta en la siguiente dirección web:

http://rutasporextremadura.net/2011/03/01/20090419-ruta-al-risco-del-castillo-de-villarta-de-los-montes-siberia-de-extremadura/

Supongo que su origen será el de un poblado prehistórico amurallado, reutilizado por las sucesivas culturas.

Anónimo dijo...

....muy buena narración y mucho mejor lo del chicle del torreznillo, me hizo sonreir. Un saludo del Ehpero

Anónimo dijo...

Precioso...

Anónimo dijo...

Muy bien narrado, mucha imaginación con lo de los moros. Por cierto yo era de los que subía la cuesta temprano, iba a las morachas, lo que no me suena es lo de la corteza de chicle, será porque mis torreznos eran muy churruscones, pues socarrábamos muy bien los guarros, la corteza de chicle es más bien de la panceta de ahora.