Un articulo de hoy del diario Hoy (no me he podido resistir) sobre lo dificil que es hacer rentable el campo, en este caso enfocado en la caza.
Una gran finca de caza da pistas, pero no es motor de riqueza
La caza quizás sea de ricos si se practica en lejanas
latitudes. Lo que no lo es son las fincas. Hubo un tiempo en que toda
persona escandalosamente adinerada las tenía, pero ahora los ricos
extremeños son empresarios. Otra cosa es que estos se den cita en las
fincas y excepcionalmente cacen, pero como actividad secundaria, ya que
el fin de acudir a estas citas es relacionarse y hacer un gran negocio.
'Azagala' en Badajoz, del marqués de Valdueza;
'Altarejos' en Llerena, de los March; ''Los Quintos de San Martín', en
Valencia de las Torres, de los Mora Figueroa; 'Valdepuercas', en Alía,
de José María Aristrain (empresario siderúrgico), 'El Membrillar', junto
a Villarta de los Montes, de los Fierro; o 'Las Golondrinas', en
Cáceres, del Conde de Tres Palacios y donde se sabe que viene a cazar la
familia real monegasca son algunas de las fincas de referencia en
España que ayudan a promocionar Extremadura entre potentísimos
inversores.
Pero las miles de hectáreas que suman estas propiedades
emblemáticas no son ni el germen ni el motor de la riqueza de sus
dueños, que suelen dedicarse a otra actividad principal muy alejada de
la agricultura, la ganadería o el aprovechamiento cinegético. En este
sector, de hecho, el agroganadero que es dueño de un latifundio tiene
verdaderos problemas para cuadrar sus cuentas cada año y sobre ellos
penderá una espada de Damocles en 2013, cuando la Unión Europea aplique
las nuevas ayudas comunitarias. La compraventa de fincas que antes era
muy activa prácticamente se ha paralizado, afirman los tratantes que las
conseguían a cambio de suculentas comisiones.
Y es que cuesta mucho dinero mantener una finca en
Extremadura, afirman los latifundistas, que si vendieran sus hectáreas
sí podrían entrar en el grupo de ricos que pagan su impuesto de
patrimonio. Pero su realidad -aseguran- es que pelean cada euro para
cuadrar las cuentas a fin de mes y mantener dignamente al personal que
trabaja en ellas. Para ilustrar su situación real, un propietario
exclusivo de una finca de tamaño medio, explica que cuando «se estropea
el todoterreno hay que buscar el siguiente en el mercado de segunda mano
y regatear el precio».
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