Me pasé muchos años comprando la revista
Emprendedores, ahora cuando puedo veo Fábrica de ideas, en la 2. Ambos son soportes
que tratan de dar publicidad a innovadores en distintos sectores. El pasado
noviembre vi un corte sobre un invento que mejora –e innovaba- el proceso de
conservación de la miel.
No pasaba de ser un frikada mía, hasta que me
he encontrado con esta otra noticia, y me he acordado de los vecinos de Fuenla.
Liquam
es un proceso que licua la miel con ultrasonidos. Ojo, miel (tradición,
naturaleza, abejas, etc) y ultrasonidos. Dos mundos alejados por miles de años,
aparentemente.
Pero algo más. Hasta ahora –según nos dicen- el
proceso para la conservación de la miel se trata en la pasteurización (calentarla
a 80º para no destruir las proteínas, pero sí patógenos y dejarla enfriar). Aquí aplican ultrasonidos
y se supone que mejora el producto final. Hasta ahí todo correcto.
Pero que no pasen sin más otras vertientes
económicas que se desglosan en el reportaje. Ellas han invertido más de 2 Mills
de euros en desarrollar la tecnología (barrera de entrada al mercado) y es para
productores de al menos 90 toneladas de facturación (90.000 kgs son bastantes
colmenas, creo). Se enfrenta tecnología y tradición, volumen industrial y
pequeños productores.
Una mejora, que debido a la estructura de
mercado de la alimentación, puede ser una amenaza para los productores
tradicionales. Todo dependerá de si un gran agente –distribuidor que
concentre poder- vea posible hacer ver a los clientes que esa miel es mejor;
devaluar la tradicional y hacer que todos pasen por el aro.
Y aquí entra la segunda
parte. Una reivindicación desde hace años de las asociaciones de agricultores y
ganaderos: la trazabilidad. Que el
cliente pueda saber de donde son esas fresas, patatas o miel.
Actualmente te pueden vender (te venden,
vamos) miel de china –con
sus antibióticos, sin calidad, con harina o agua- poniendo que es miel de España, con tan sólo meterle un 1%. Si hay
un pelín, ya es todo.
Los productores quieren que las etiquetas
detallen y ofrezcan más información, pero el mercado de la distribución
perdería el monopolio, y grandísimos márgenes pues el consumidor preferiría el
producto español o europeo, lo que dejaría fuera a los productos de mala
calidad, y le daría más poder (y pasta) al productor frente a las grandes
superficies.
Total, que no. Que
mejor que el consumidor no sepa, que está muy feo que la cadena de valor se
imponga al monopolio.
El que quiera
calidad, que se la busque fuera de las grandes superficies. (Y se lo
consentimos, cualquier cosa con tal de mantener la comodidad que nos ofrecen).
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