el pasado 9 de enero se aprobó la nueva ley de montes: según parece hay pocos cambios respecto a la anterior pero esos cambios suponen polémicas, beneficiados y perjudicados.
Las comunidades autónomas pasan a ser el principal actor y responsable de competencias. Ellas decidirán en caso incendio si se autoriza el cambio de uso del suelo quemado; velar por la explotación sostenible y el equilibrio entre rentabilidad y conservación; la letra es muy bonita pero la música rara vez suena y los habitantes de las zonas rurales no nos implicamos en la conservación y olvidamos que proveemos de servicios naturales a las urbes, que ese entorno debería ser sustento de actividades que permitiesen un modo de vida rentable.
Se elimina la obligación de que todos los montes cuenten cono un instrumento y plan de gestión ¿alguien sabe algo de eso en Villarta? No os preocupéis, por lo leído, ni en Villarta ni en ningún sitio. Era una obligación legal que no se cumplía. Por desgracia el monte es entendido como un espacio abandonado sino es explotado por una empresa particular.
Se regula la figura de los montes de socios y las sociedades forestales (que permiten que varios montes se gestionen de forma agrupada), se trata de facilitar la gestión y parar el abandono. Igualmente se tratará de poner medidas para que la madera tenga más controles (trazabilidad), para competir con madera de otros países (Brasil, África donde se corta y vende madera de contrabando).
Y por supuesto un apartado –aun no concretado porque falta el plan nacional cinegético- para la caza que tanto dinero mueve. Según varios grupos ecologistas se sigue en la filosofía de producción más que en la gestión de recursos a largo plazo.
En conclusión, en un entorno como el nuestro donde hay mas monte que campo agrícola –y con la renta agraria cayendo, un 7% el último año- lo forestal debería ser fuente de trabajo y deberíamos ser capaces de gestionar y conocer la ley para aprovechar las oportunidades.
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