
Me pasa con la misevilla lo mismo que con las erillas; recuerdo un pasado reciente de buen ambiente y servía de escusa para reunirse en torno a algo superfluo para hacer sociedad. Para generar futuro y desear la próxima vez.
Por eso me da pena –tras unos años sin venir- volver a ver como nos autosegregamos, nos rompemos en mil fragmentos cómodos. Cada uno en su cajón, sin trato con quien no sea de los míos. Sin barra en la ermita se pierde el lugar común sobre el que apoyarse e ir juntandote con gente a la que apenas tratas el resto del año.
Cada grupo bajo su chumbano se forma una barrera informal que excluye al resto “estás de préstao” si pasas a ver el ambiente. Y si perteneces a un chumbano ya no puedes faltar ni traicionar yendote a otros. Así cada uno con los suyos y la ermita sin ambiente. El que no tiene grupo pues… al año que viene no vuelve. Y año a año la ermita se vacía. Este año se vió muy poquita gente, ni el 50% de los últimos años con barra de bar como lugar común. (no digo que sea el factor clave, solo lo uso como referencia en mi memoria.)



Por lo demás todo correcto. Buena labor del ayuntamiento –cuando lo hacen mal se dice, pues es justo decirlo cuando lo hacen bien- Las migas muy muy buenas. Y el grupo de música lo hacía mucho mejor que otros que recuerdo, con muy buena actitud y simpatía viendo el ambiente y las circunstancias.
*No hablo desde mi experiencia personal. Sino que trato de generalizar y hablar como villarteño medio. Personalmente no me atraen las fiestas y prefiero los grupos pequeños por lo que no me vereis en chumbanos, peñas etc, soy más itinerante e inquieto.
Pero lo que veo es falta de cohesión porque no hay lugares comunes que usar como palanca social. Y no los hay porque nos empeñamos en no sufrir la incomodidad de salir de nuestra zona de confort (ni el má mínimo cambio).