El legado más tradicional –el origen sagrado de las fiestas- nos lo trae la imagen de la Virgen y la liturgia posteriormente vínculada a ella.
(Me gustaría que este tipo de entradas las escribiese quien supiera del tema, pues como se verá en mis letras yo apenas sé nada de religiones.)
El rosario de la Aurora no falló a su cita con la madrugada; no hay fotos, pero se oyó su llamada. Y se continuó con la misa del Alba; entiendo que en honor de la virgen y como celebración de que la imagen a bajado al pueblo a honrrarnos.
Tras la misa - la tambien tradicional- Diana floreada, acompañada de la banda de música y los cabezudos.
Junto a ellos, la banda de danzantes (las chicas de los palillos) que como siempre sufrieron el calor de la mañana sin haber dormido muchas de ellas, pero ahí están sin fallar nunca. Un mérito que no me canso de repetir cada año.
(No todas las que ensayaron salieron a danzar; y tampoco quiero olvidar a Manolo, que se ofrece para ayudar en los ensayos y pone su tiempo a merced del grupo y luego se pliega a la discreción pues viene la banda).
Ya hemos hablado otros años de esta tradición, que en otro tiempo danzaban los hombres, pero que han tenido que ser las mujeres quienes la rescataran, tras decadas de olvido.