lunes, 29 de julio de 2013

Homenaje al chorro: El tío Miguel.



El tío Miguel……………

….como todo niño, como esperaba el verano que llegará, pero sobre todo que pudiese irme a Villarta y dejar el caluroso Madrid. Parecía que vivíamos en el progreso o al menos mis padres salieron del pueblo para ello, pero la verdadera sabiduría estaba en Villarta, pero sobre todo en  sus gentes. Gentes que hablaban raro, pero que a mí me hacían una gracia especial cuando nada más aparecer por lo alto del Santo cualquier mujercilla, ya te paraba indicándote – unda….tu eres de fulano- lo había clavao, - tienes la misma pinta que tu padre- mua, mua, limpiándose previamente la boca te arrimaba cuatro besos aunque no quisieras, yo me limpiaba los besos y le decía a mi madre que tenían bigote y me pinchaban, lógicamente mi madre me daba unos pescozones y aquí no había pasado na.
Luego vendrían el cuándo habéis llegao??....y to eso. Hasta que milagrosamente se producía la aclimatación al medio, y ya eras un habitante más de Villarta, como las paeres de las cercas o el vallejo que corría calle abajo. Yo creo que era la primera taja de chorizo, la que propiciaba dicha transformación y de hecho, siempre les atribuí - a las tajas de chorizo digo- poderes milagrosos, anti depresivos y medicinales. Pero lo que más me gustaba era irme con mi tío Miguel a la labor al día siguiente, no dormía solo de pensar la de cosas que haría, primero el madrugón que nos daríamos, preparar las bestias y cargar el material necesario para pasar el día y todos los andacapadres necesarios, los cuales no sabían para que servían ni la mitad de ellos.
La aventura comenzaba en ese viejo chorro, nuestro chorro el cual siempre recordaré como a él, lleno de hendiduras y de arrugas, pero limpio y terso como el jaspe, cuellos de camisa impolutos y almidonados, pero solo rotos por el sudor del final del trabajo del día, pero sin perder su abotonado y ni compostura hasta arriba. Su traje de pana gorda marrón y desgastado, muy desgastado pero muy digno y  experto como el dueño y como el chorro, llevaban mil y un aguacero soportados encima sin menearse y todavía tendría que valer para rato, como todas las cosas de antaño.
Creo que a los muchachillos de ahora se le lleva a aulas de naturaleza, Villarta sus veranos y sus gentes fueron para mí, mis primeras  aulas de naturaleza y mi tío Miguel mi primer instructor en este gran medio, que hoy me sigue apasionando tanto. Con el comencé a escuchar en el campo, a saber oír en la vida como él decía, reconocer especies, plantas, peces, ranas, culebras……………..se puede pedir más para un chaval que vivía en una ciudad, luego vendrían las lecciones magistrales, donde te dejaban caer para aprender. Por ejemplo que la madera de la higuera es muy blanda,- no te subas a la higuera que te vas a caer-, no si estoy en una rama muy gordaaaaaa y zasss castañazo, primera lección sobre la dureza de las ramas de las higueras, luego vendrían el aprovechamiento del jugo lechoso vale para quitar verrugas, o cociéndolo es un purgante que te cagas las patas abajo.
La jornada comenzaba en el chorro abrevando bestias y cargando agua fresca para el día, y todo el día estábamos en contacto con arroyos, ríos, fuentes y pantanos, no sé cómo los encontraba en aquellos montes y aquellos secarrales, pero el agua fresca siempre nos acompañaba rellenando mil veces aquellas calabazas, todo un arte de la ingeniería rural.  

El día terminaba de nuevo en el chorro, aliviando a las bestias del duro día de calor y carga que habían tenido, yo seguía eufórico, las pilas de un muchachillo Villarteño de pura cepa son difíciles de agotar. Estaba repleto de experiencias, olores, sabores que durante todo el día nos acompañaron y que mi instructor de campo, no dudo en aclararme cada uno de ellos y por supuesto el ultimo el sabor del agua del chorro, que buena esta. Luego vendría el cole diciéndote que el agua no tiene, color, olor………….pero sabor si, la del chorro, tiene sabor a pueblo, fresca como la sierra y clara como sus gentes.
……………gracias a gente impoluta, limpia, pura, pulcra, intachable, impecable, irreprochable como el tío Miguel, como el chorro quien tantas veces nos ofreció tanto por tan poco, en su recuerdo y el de tantas generaciones que fuimos felices junto a él.


                                                                                             El Ehperomarin.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fin alguien se ha animado!. Muy bonitos los recuerdos y muy bien expresados. ¡Enhorabuena paisano!

Anónimo dijo...

Ehpe gracias por compartir recuerdos y vivencias, también viví momentos parecidos, desde otra perspectiva, la de haber nacido, criado y vivir alrededor del chorro.

Puentenuevo.

Anónimo dijo...

....gracias a vosotros por avivar esos recuerdos que son tan importantes para mi. Este es el primer relato del chorro y la niñez, tengo pensado otro relato cuando casi acabo en el de cabeza ya de adolescente, por causas ajenas a mi. Un saludo y ya os contaré.

Ehpero

ABlasco dijo...

Ehpe gracias por compartir tus recuerdos y hacernos sonreír con tu relato. Leyéndolo se entremezclan un sinfín de imágenes que resurgen con todo su realismo. Muchachos peleando con sus cargas, temiendo no llegar a casa sin tener que rehacer... Sabores porque como bien dices el agua del chorro sabe... Olores a traje de pana curtida con el trabajo honesto y sincero