miércoles, 5 de diciembre de 2018

Otra forma de vida.

casa 1
  Acostumbrados como estamos a vivir apiñados, en ciudades y áreas metropolitanas de millones de habitantes, no nos paramos a pensar que esto no es más que una moda moderna. Tal vez pasajera dentro de cincuenta o cien años.
 Tendemos a pensar que el presente es futuro, o mejor dicho que el futuro será como el presente. Desdeñamos el cambio, que es lo único realmente constante a lo largo de la historia.
Desde pqueño me han atraído las islas y las ruinas; creo que las ruinas es porque me recuerdan a mi vida. Así, siempre que llego a la curva de la herradura mis ojos buscan las construcciones en ruinas. Antes incluso que el puente, la ermita o el pantano. Es mi forma de saber que estoy entre los míos. Y cuando voy a la huerta o con la bici no paro de ver toriles y casas caídas.
Como bien nos recuerda Jose Luis Ramos en su libro, había pequeños poblamientos  (¿?) diseminados por todo el territorio. El hornillo, Los aguijones, Estimillas, la construcción de El cerro del castillo, etc etc.   Hasta hace cuatro días la gente vivía en los huertos, porque ir y volver al pueblo suponía horas –horas que si andabas no producías, y por lo tanto no comías-. Se iba a pueblo a hacer un hijo o coger el pan y queso para la temporada, nada de paseos intrascendentes.
  Veo las ruinas con admiración. Primero me trasmitían cierta pena por el futuro truncado. Pasé a verlas con nostalgia de un tiempo que nunca conocí. Pero de un tiempo a esta parte noto que ellas me miran a mí con cierta indulgencia. Como un anciano mira a un chiquillo. Conscientes que no soy conscientes (y vosotros conmigo) que lo único que permanece es el cambio; que nuestro tiempo pasará y todo plan de futuro es ruina.
Por ello me gusta mirarlas. Quien sabe si serán nuestro refugio.


2 comentarios:

JCMolina dijo...

Uno de mis anhelos, utópicos deseos es ver reconstruidos todos esos toriles, casillas de campo, refugios del pasado. que tenemos diseminados por muchos cerros y gargantas en Villarta.
El conflicto de intereses es una de la resistencias que habría que vencer. Sin embargo la recuperación de nuestra memoria, de nuestros asentamientos. De como era la ocupación del terreno hasta 6 o 7 décadas, nos haría una idea más fiel de las costumbres, y aprovechamientos de nuestros antecesores.
Apuesta política, recuperación cultural, aporte antropológico, yo ahí lo dejo.

Anónimo dijo...

Los que nos gustan las tradiciones y la historia de nuestro pueblo, solemos soñar, tratando de atrapar el pasado. Yo siempre he soñado con ver reconstruidas y sembradas las huertas de la garganta de "Bodeguero"donde nosotros teníamos la huerta y ahora es de mi hermano.Él la ha tenido hecha varios años y volví a recordarlo, aunque las demás huertas no lo estaban.Pero podría ser una atracción turística reconstruir todas estas cosas. Apoyo la idea de Juan Carlos y aunque pueda parecer una utopía ahora mismo, ya veremos con el tiempo.Esto da tantas vueltas...


José Luis Ramos Molina