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Me
apetecía un bollo rico, pero no quedaban en el Mercadona. Tampoco Canelilla, ni
aceite del pueblo. ¡Pero buenoooo!! Esta gente no tiene de ná.
El otro día en el carreful tampoco había madroños ni níscalos.
No es cuestión de ponerme técnico (long tail, o
umbral de rentabilidad, etc) la cosa es que España es una potencia en industria agroalimentaria; y que el gran
problema de los pueblos es mantener y generar empleos estables. Correos
no para de crecer en envíos de paquetes –querían privatizarlo porque tiene
una estructura ideal para ser el Amazon de los pueblos (pero sin escaquear impuestos)-
por lo que el paso natural era aprovechar
esa capilaridad y el nicho de mercado que ofrece la suma de pequeños
productores. Muchos pocos, sumados, con acceso al mercado de las ciudades.
Para los más jóvenes, el poder comprar por
internet ha sido una bendición. Poder comprar cualquier móvil, ropa o una
chochada de aliexpress sin tener que ir a Ciudad real (4-5 horas de tu día) o
Madrid (perder el día) es la leche. Ahora para
algunas tiendas poder vender 50-100 botes de mermelada de madroño, aceite super
virgen extra de la prensa local, o tasajo en salsa, puede suponer el tener una familia más o menos en el pueblo.
Supone que internet no sólo sirva para
publicitar la Casa rural y poco más. Supone no sólo información del sector
servicios, sino sumar la pata de la
industria en pequeños pueblos.
No
es magia, obviamente. Pero implica dar acceso –un escaparate
o un socio comercial- a un mercado de millones de personas. Luego hay que saber y valer, y ofrecer
valor al cliente. Es la condición necesaria, pero no suficiente que diría el
libro de matemáticas.
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