“El hombre es un Dios
cuando sueña, y un mendigo cuando reflexiona.”
Creo que es una buena
frase para resumir un paseo por la carretera bajo las estrellas. Fantaseas, te
deleitas mirando la belleza de una noche simple, alejado de ruidos y
artificios. Y al mismo tiempo ves que no eres nada. Que estás viendo luz de
distancias incomprensibles, de estrellas que tal vez estén muertas antes de que
tú nacieras, y aun así las ves. Tú no existías cuando ellas ya no estaban, pero
puedes sentir su belleza. Por reciprocidad, tu parte mendigo es consciente que
aunque tu mueras, el mundo seguirá siendo bello, que las estrellas estaban
antes y que no te necesitan.
Y en estas estamos cuando aparece un cometa (si escribir sobre estrellas es jodido, ponte a gastar tinta con un cometa) y se me seca la imaginación. Dada mi torpeza con las palabras, he optado por coger la cámara de fotos y traeros alguna imagen. Así –espero- dada mi falta de pericia con estos artilugios, la torpeza escrita se disimulará.
En mi defensa,
señoría, he de decir que la noche que salí a fotografiar el cometa Neowise
había muchísima calima. Y con tan sólo encender la linterna –para enfocar algún
objeto- el polvo en suspensión me devolvía gran cantidad de la luz, por lo que
buena parte del ruido de las imágenes es debido a la suciedad del ambiente, si
bien es cierto que Arsenio, Paco u otro fotógrafo con su nivel habría conseguido
que parte del ruido –el de mi impericia- se hubiera reducido o eliminado.
(Y espero que no
dejéis de pasear por la carretera, me sigue pareciendo un paisaje alucinante).
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