martes, 2 de febrero de 2021

Custodios de la riqueza.

 

El argumento es el de Los últimos días del Eden (película ochentera -1992 más bien- con Sean Connery en la selva); el remedio para una enfermedad gravísima, creo recordar que el cancer en la película, se encuentra en la naturaleza. En un rescoldo biológico, barato, cultivable e inagotable. Bien para la humanidad pues ningún país/laboratorio puede apropiarse de él. Frente a ello, corre en paralelo la destrucción del habitat, la aniquilación de animales y especies vegetales. El film transcurre como una carrera contrareloj, una lucha por conservar la naturaleza el tiempo necesario para poder demostrar la eficacia de la cura. La riqueza inocente e inconsciente de la naturaleza y el desprecio de la parte parasitaria del ser humano, que prefiere destruir a precio de saldo, por su incapacidad para ver el tesoro que se muestra a diario delante de sus ojos.

 

Toda la fruta vida entre olivares, jaras y (ultimamente) huerto, y no se ni cuando se cultiva qué, ni como se hace, ni porque **stias hay que madrugar tanto. No se, claro que no. Pero entre renieno y reniego, se ver. Me paro y me admiro. De poder ver un agisillo en la alberca, un escarabajo precioso entre las patatas, las cientas de  mariposas o alguna libélula a modo de estimador antiquímicos. No se que hacer con lo que tengo, pero tengo claro que mientras pueda seré custodio.


Ya vendrá alguien que sepa. A decirnos que Villarta es un tesoro. Que Platón tenía razón y lo bello es bueno. Ellos al microscopio, nosotros ya lo veíamos sin verlo.





 

*Por cierto, muchos no sabréis que en el CESIC (Centro superior de investigaciones científicas) hay muchos experimentos con el apellido Villarta -en sus derivadas- gracias a una vecina. Pero esa es otra historia. Tal vez con suerte os la cuente otro día. 

**Corolario--> el mismo habitat (Villarta) puede dar bichos como yo, que no saben de ná, y vecinas sabias que lustran en nombre de Villarta a base de ciencia.

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