Día 14 es mucho más que ir a la ermita.
Es sinónimo de Villarta, de empezar las vacaciones en muchos casos, de reencontrarte con conocidos y hablar de como ha ido el año, de ponerse al día con amigos… de reencuentro con ese yo interior que tiene tiempo para disfrutarse a si mismo rodeado de los suyos.
Si en este proceso de mística interior te puedes asomar a la Canelilla (ofrecida por la Hermandad de la Virgen, que viene bien que se sepa quien hace qué y a quien debemos estar agradecidos) ya conectas con los recuerdos de infancia, la miel de la lumbre y la familia haciendo palotes en la cocina.
Y así vamos haciendo camino. Con ganas de pisar Villarta y sin prisa alguna al mismo tiempo.
Parada en el puente, parada en Barrancondo, el deleite de saber que te acercas a las fiestas. Que se acerca lo que has merecido durante el año. De saber que te lo mereces y que llegan buenos días en buena compañía.
Y así entra la virgen en el pueblo, donde se la espera. Todo el pueblo en la peña del obispo vestido de limpio (que mal lo llevaba de niño) celebra un año más encontrarnos -y que sigamos viéndonos muchos años- en el pueblo.
Imágenes de Susana, Raquel, Olga y Arriscao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario