Con la épica de un pueblo desesperado y asolado por una epidemia, que recurre al mito para desinfectar las casas. Y con el calor de un animal vivo -como es la llama- iluminando en medio de la oscuridad. Buscando la luz entre negruras, metáfora de lucha entre vida y muerte, pueblo o peste. (Si, puede que me haya afectado el tomillo y el humo.)
Así empezó una tradición perdida, que parece que en los últimos años resurge; el año pasado os recuerdo que vino la televisión (ver /2016/01/tizne-martes)
Este año hubo lumbres oficiales –día 19- y el viernes 20, dudo si los de fuera/los de madrí también hicieron lumbres. Yo este año no pude ir, y en las que me gusta estar no sabían si podrían ir.
imagen gracias a Miriam
En esta época de puertas cerradas y casas vacías; me encanta pensar que los vecinos se siguieron reuniendo en torno a una lumbre. Aunque sea un rato y luego cada uno a su casa. ´Veo esta fiesta como más nuestra, tiene fundamento histórico y a todos nos gusta una lumbre, una tortilla y un vino. Me gustaría darle más volumen e importancia, pero pilla a traspié. A ver si se os ocurre alguna manera de levantarla.
Me gustaría traeros más material, pero ni hemos estado ni nos han enviado nada. Creo que no os deberiais perder las próximas entradas de Arsenio, van a ser magníficas por lo poco que he visto. (auque está atareado y puede tardar un poco, pero sabéis que merece la pena.)
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