El día antes
vi un aquelarre en Puerto lobo. Saqué el móvil y tengo varios puntos lejanos
sobre fondo azul que atestiguan que intenté fotografiarlos. Las imágenes son
del viernes (30 agosto, más de 60 he contado en alguna foto, sabiendo que eran
algunos más, pues apunté al mogollón) durante el mercadillo, que estaban justo
sobre El santo. Era imposible no verlos. Aunque casi nadie les hacía caso.
A los que somos extramuros siempre nos gusta verlos, a pesar de los años no nos acabamos de acostumbrar. Ir con la bici y verlos parece mágico. Verlos de cerca -esa inmensidad- flotando como pavesas en la lumbre que es verano, parece magia. Verlos despegar desde el suelo, una lucha para ellos (una proeza para mí).
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