Deporte
raro este donde la Dama es más poderosa que un Rey torpe y cansado.
Donde la estructura de peones condiciona el campo de juegos, y cualquier peón puede llegar –a línea 8- a ser quien él desee
(en la vida real naces peón y luchas para que te dejen ser peón). Sobretodo raro porque no puedes esconderte
detrás de nada; con lo que tú eres responsable de tus decisiones (nada que
ver con la vida real, repito ).
También me repito en lo de que hago el torneo por los niños. De los adultos tan sólo estábamos 3
(que bochorno), por suerte los niños siguen llenando las mesas. Muchos de ellos no
saben jugar –literalmente algunos no conocen las reglas- pero da igual, tampoco
tienen pánico al error en público (son superiores a los adultos). Por lo que
pueden juntarse y jugar con otros chicos, que ese es el fin de estos torneos.
Y quiero pensar que se divierten.

Y es en este
escenario donde surge nuestro héroe.
Donde los niños dan lecciones de ética a los mayores. Pues Mario surgió -en silencio- por encima
del bullicio para mostrar al mundo que el valor es enfrentarse al mundo mejorando
la posición que actual, con las piezas que tengas. Sus piezas (tiene suerte) es su inteligencia –social y emocional,
aparte de la académica- y los valores de sus padres. Total ahí na, pero
muchos sólo ven un niño.


En Damas, como suele ser recurrente, Javi dominó en los adultos. En niños, ganó Alba, y quiero pensar que tenemos campeona que al año que viene repetirá. Y que disfrutará jugando con sus padres, según me dijo.
*Soy consciente
que los valores sociales son los del
instante. Un mal producto bien envasado y que brille mucho. Que los demás vean que gané; que los
demás me digan lo que valgo, a través de mediciones absurdas, sin valor ni
recorrido. Es el sino de nuestra época. Pero aunque soy consciente de ello, no
puedo evitar que me joda que los mismos padres que no ven justo que un niño de
12 juegue con los de 8 (en el ajedrez no importa el físico, si pesa más que tus
padres jueguen contigo de vez en cuando); vean una gran victoria jugar en Las
erillas tíos de 30 con chavales de 12; se podría hacer equipos aleatorios
mezclando edades… pero ya nadie lee a Kipling.
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