Acabo las entradas relativas a las fiestas –mes y pico
después- porque la actualidad me ha ido atropellando.
Las noches, en general, se limitaban a la Plaza. Con su
música demasiado alta, y su estar sentado. Si buscabas comunicarte con las
personas de tu mesa (ojo, cuidao! Tomar precauciones y elegir gente interesante
antes de arriesgaros a hablar con ellos) podías ir a la carretera y
sentarte con algo más de calma. Y por suerte, desde hace poco tenemos la churrería
y podemos ir saltando de un punto a otro en cuanto te aburres.
Tal vez sea yo –siempre
dudo de mi percepción- pero me parece mucho más atractiva una
Villarta con varios puntos de apoyo, que un sitio donde amarrarme (en mi caso
amargarme encerrado). Y no dejo de asombrarme al ver qué, mientras en las
ciudades se crean conjuntos de ocio, para que el consumidor tenga una gama
grande donde elegir; en Villarta se busque que haya menos, que se reduzca el
número de consumidores (por aburrimiento) y cada año salgan menos, y así –por
fín- poder cerrar todo porque “no hay nadie”. Poco a poco cada año hay menos,
cada año hay menos incentivos a salir, y consumir.
Que le vaya bien
al de al lado, es bueno para que los consumidores estén más tiempo danzando.
Sin variedad caerá año tras año el número de consumidores. Se va secando el
charco, y cada uno tiene su parte de responsabilidad. Deberíamos hacérnoslo
mirar.
En fin, que me pierdo y parece que estoy regañando más
que reflexionando. Como iba diciendo, las noches pasaban: En el botellón los
más jóvenes*, en la Plaza buena parte del público, y
cambiando de un sitio a otro los que podíamos permitírnoslo. Y el Sábado 17 se
llevó la disco móvil a El chorro. Y por un día, los niños fueron arrinconados
por los de 20+20 (+algo), y esos cuarentones lo dieron todo en la última noche
para muchos. La música sonó hasta que los viejos quisieron. Y los peques
arrinconados sin atreverse a entrar al guateque.
De una u otra forma, al cerrar la noche ya nos pesaba
el invierno próximo. Ya nos lamentábamos y estamos deseando ver las banderolas
en la Plaza.
imágenes de Ángela Coto, Raquel y Arriscao (creo recordar)
*Corolario: Si se quiere romper o
dificultar el botellón, como molestia constante, en fiestas se podría montar
chiringuito o eventos en el Chorro. Los chicos no van a beber –pues muchos ni
beben- sino a no ser vistos. A estar fuera del radar.
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