En los días posteriores a la presentación del libro,hubo personas que me pidieron la poesía que leí sobre El Chorro. Incluso me preguntaron si estaba en el libro. No podía estar porque el libro se refería a Villarta en general, y no sobre El Chorro en particular.
A las personas que me preguntaron les contesté que la pondría en internet. Ahora cumplo con ello.
Aprovecho la ocasión para darles las gracias a todos los que asistieron a la presentación y los que compraron el libro, esperando que les haya gustado.
José Luis Ramos Molina
EL CHORRO VIEJO O MI FUENTE VIEJA
Sobre la pileta de granito, en el estío,
cae cristal nítido y transparente;
en aluvión borbotea
en interminable canción lenta y pausada,
escribiendo en el aire, notas de amor.
Jolgorio de inocentes niños,
revolotean alrededor
en danzas imprecisas y anárquicas,
con inocentes fantasías sin finalidad.
Siento tu palpitar incesante,
al correr por tus venas
el líquido que sacia mi sed,
mostrando que estás viva y con energía,
a pesar de tu edad.
Acerco mis labios a los tuyos,
pero sin tocarlos,
para recibir, en ansiosa espera,
tu manjar.
Lo saboreo y degusto en éxtasis,
como quien saborea los besos de la amada.
Todo en tí es dulzura y suavidad:
tu boca de oro limada por el paso del tiempo;
tu cabeza y mejillas relucientes
de roca que por aquí no se halla;
tu cuerpo circular, de tacto de seda.
Te abrazo con mi mente
y me aferro a tu ternura,
para contagiarme de tu soledad.
Me gusta sentarme en tu regazo,
escucharte cantar tu eterna canción infantil,
con toques de croar de ranas,
de lechuzas en la oscuridad;
y contemplar el cielo tan estrellado.
Disfruto viéndote jugar con la luna,
en noches de su plenitud.
Ella redonda,
se mira en tu redondo espejo de plata,
en el que tantos animales se han mirado.
Y la luna se mira en un lado,
y va dando la vuelta,
jugueteando con su resplandor.
¡Y se ve tan hermosa en su plenilunio!
¡Cuánto tiempo llevamos en complicidad tú y yo!
Ese juego amoroso entre los dos,
en el que tú, Fuente Vieja,
tratas de ocultarme tu edad.
Te busco y rebusco,
y trato de adivinarla.
Un día, encuentro una pista
y eufórico te digo:
- Tienes 150, no más.
Y tú, sonríes,
me ignoras y te das la vuelta.
Deseas que insista, como mujer que eres.
Otro día, encuentro otro indicio,
y pleno de alegría, te insisto:
- Esta vez no me equivoco,
tendrás 300 años, quizás.
Vuelves a sonreír.
Pero tu sonrisa,
es más cómplice.
Aun así,
sigues sin querer hacerme caso,
como buena enamorada.
Continúo con la búsqueda
que tanto me intriga
y aletea a buscar tu edad.
Otro salto de alegría espolea mi palpitar.
Esta vez sí lo consigo,
no puedo fallar.
Te pregunto titubeante:
- ¿Tendrás 5 centurias?
La sonrisa en sus labios es mayor.
La sonrisa se convierte en risa.
¡Qué digo yo risa!
¡Carcajada!
Una carcajada nerviosa,
de enamorada
que no se quiere desenamorar.
Te gusta que te persiga
e ignoras a este amante,
que se pierde en su soledad.
Seguiré insistiendo,
como enamorado leal.